22.3.10

Sobre sonreír.

No faltará quien me diga que el sentimiento no requiere de argumentos. No faltará quien me acuse de cerebral, de no vivir las sutilezas de la vida. No faltará quien me diga que no se aplica a todo el mundo. No faltará quien me acuse de optimista, de poco realista.
¿Es que acaso alguien puede justificar la tristeza? Entendamos al sentimiento como un acto armónico del ser. Entendamos al pensamiento como tal. Entendamos que ambos se conjugan, ambos se funden y bailan torno a sí mismos. Un sentimiento íntegro se fundamenta en un pensamiento, y viceversa. ¿Quién puede asegurar algo cuando una parte de su ser, por ínfima que sea, apunta hacia otros mares?
¿Es el ser una unidad? Ciertamente, ahora, su despiece es interesante... La misma persona puede tener distintos comportamientos, quizás tan contradictorios como para rozar el absurdo. Esa contradicción es esencial y no hay otro sentimiento que se oponga a ella. O sí, lo que generaría una nueva contradicción y recurriría al mismo argumento.
No queda más que orientar al ser para poder escapar a ese antagonismo. ¿Cómo lograrlo?Decidiendo. Es importante la decisión como un avanzar sincero, la duda frente a todo tipo de realidad.
Lo real, lo que la naturaleza ha puesto en nuestros genes es la incapacidad de acostumbrarse al dolor. Pueden dilatarse las pupilas en zonas de mucha luz, el olfato es el sentido que más rápido se acostumbra, la temperatura corporal (aunque en escasos grados).
¿Todo en pos de qué? De evitar el sufrimiento. Aunque reine el caos, sea en la vida, sea en el universo, siempre hay una búsqueda de equilibrio. No encuentro sentido a oponerse a tamaña marea, más aún sabiendo que todos sus puertos son infinitamente bellos y provechosos. ¿Entenderemos mejor al mundo si nos opusiésemos al universo, a nuestro ser, a nuestra armonía?
Creo que esa negación tiene por objetivo negarse a sí misma en un proceso lógico de maduración. La insistencia y persistencia de esa disconformidad no es más que el terror a la vida y a su constante fluctuación.
La vivencia es una dádiva al instante y por consiguiente su enorme intensidad. La belleza de la tristeza no es más que otro argumento del conformismo. No hay razón para no estar mejor, no hay razón para no sonreír...
No faltará quien se sienta tocado u ofendido, vale aclarar que no es mi intención.